domingo, 9 de marzo de 2014

Acto en memoria de los muertos de la frontera de Ceuta



En la noche del día 7 de Marzo de 2014, ante la sede de la Unión Europea en Madrid, cerca de dos centenares de ciudadanos celebramos un acto en memoria de los muertos en la frontera de Ceuta y en contra de las vallas, líneas imaginarias y políticas europeas que rechazan a quienes, empobrecidos, pretenden llegar a Europa.
A continuación os ofrezco algunos de los textos que se leyeron en este acto (que me han cedido los organizadores) y unas imágenes del mismo.



SIENTO LA SOLEDAD
(Carlos Olalla)
Siento la soledad del reo ajusticiado,
el dolor del muerto al nacer,
el callado silencio del no nacido.

Siento la soledad del que se sabe solo,
el desamor del amor que nunca fue,
la negra angustia de la noche del náufrago

Siento la soledad del exiliado,
el helado grito de los muertos,
la infinita sed de los ahogados.

Siento la soledad de la espera sin tiempo,
las vacías cuencas de los ojos del ciego,
el solitario aullido del viento en el desierto

Siento la soledad del olvidado,
la mano de la muerte que mece las pateras,
la voz de dios que llora y calla.

Siento la soledad ensangrentada y oscura,
la masacrada esperanza del vencido,
el desgarrado silencio de los libros no escritos.

Esta noche solo siento el frío de la soledad,
la terrible y despiadada soledad
que precede al genocidio de la justicia,
al fusilamiento de la conciencia,
y al exterminio de la libertad.



CASIDA DEL LLANTO 
(Federico García Lorca)

He cerrado mi balcón
porque no quiero oír el llanto
 pero por detrás de los grises muros
no se oye otra cosa que el llanto.

Hay muy pocos ángeles que canten,
 hay muy pocos perros que ladren,
mil violines caben en la palma de mi mano.

Pero el llanto es un perro inmenso,
el llanto es un ángel inmenso,
el llanto es un violín inmenso,
las lágrimas amordazan al viento
y no se oye otra cosa que el llanto.



FEDERICO MAYOR ZARAGOZA 
(Palabras de apoyo al acto de homenaje a los quince inmigrantes muertos en Ceuta organizado por la parroquia de San Carlos Borromeo en Madrid el 7 de marzo de 2014)

“Levantaremos la voz y el grito hasta que cesen estos actos y actitudes intolerables que vulneran los Derechos Humanos fundamentales. No es así como se pondrá remedio a una situación fruto de la insolidaridad y el menosprecio. Es ayudando al desarrollo, es considerando a todos los seres humanos iguales en dignidad y no como “mano de obra” de la que se prescinde una vez utilizada. El barrio próspero de la aldea global neoliberal alberga únicamente al 18% de la humanidad. Estos casos son la vergüenza, el oprobio de una Europa que amnistía la evasión fiscal e intercepta de forma hostil a los que viven en la miseria, y de una Europa que explota y no coopera, de una España que permanece hincada ante la Europa monetaria”



POEMA ANÓNIMO
(en recuerdo de los inmigrantes ahogados leído desde la cubierta del barco Constanza en aguas del Mediterráneo en su viaje llevando a artistas a recorrer todos los puertos para llevar el abrazo de la solidaridad a todos los pueblos mediterráneos)

“Llegasteis desde muy lejos para alfombrar nuestro mar.
Sois nuestros invitados.
Hermanos venidos en un barco sin nombre.
Vosotros habéis llegado desde África para alfombrar nuestro mar.
Con vuestros cuerpos. Con lo único que os quedaba en la vida.
Nos habéis dado todo.
Sois nuestros invitados, hermanos anónimos.
Venid. Entrad en nuestras conciencias. Estáis en casa.
Tomad nuestras flores, nuestras palabras, nuestras músicas.
Ponéoslas.
¡Os sientan tan bien!
Que ellas os alimenten durante la travesía.
Que los delfines acompañen vuestro silencio.
Y las sirenas velen vuestro sueño.
Nosotros os inventaremos nombres.
E imaginaremos vuestras sonrisas.
Y pasearemos una y otra vez sobre esta alfombra regalada.
Para que el mundo que pretendíais alcanzar se hunda en su
propia vergüenza.
¡Salud, hermanos de negritud!
¡Salud, hermanos de soledad!
¡Salud, hermanos de nuestro mar!





MANIFIESTO

Del mar los vieron llegar y se burlaron. Olvidaron, primero, la compasión porque la prioridad en su trabajo era impedir que los náufragos llegasen a la orilla. Después, al grito de ¡cabrones!, perdieron la decencia. Luego, se escucharon los disparos. Y nos dejaron 13 muertos, 43 heridos, y una sola certeza: que las fronteras matan.
Mienten cuando aseguran que todo es falso, “salvo alguna cosa”. Mienten cuando dicen que apuntaban al aire. Cuando afirman que “no les consta”, cuando sonríen sin pudor y cuando callan. Cuando condecoran a la Virgen y se ocultan bajo su manto. Mienten con la boca llena. Contra toda evidencia. Mienten con todos los dientes.
Por eso, nada tan importante en estos días como pertrecharnos frente a sus mentiras. Estos tiempos complejos, de grandes desafíos, han de ser, más que nunca, tiempos para buscar verdades. Tiempos de convicciones.
Convencidos de que tenemos mucho que decir, mucho que hacer. Convencidos de que no podemos callar ante todo esto que pasa, que nos está pasando a cada uno de nosotros y a todos los demás. Convencidos de que somos humanos, somos hermanos. Que no hay fronteras para la vida
Los ojos absortos de los muertos vuelven hacia nosotros su mirada pidiendo justicia. Los ojos heridos de los mutilados piden futuro. No podemos dejar que la esperanza que soñaron repose para siempre en el mar donde habita el olvido...
Vamos a recoger sus sueños, como una antorcha, para alumbrar un mundo nuevo donde quepamos todos. Un mundo sin fronteras, ni alambradas de espino.
Por eso, unimos nuestras voces para decir que NO. No a las barreras que nos separan. No a las armas que apuntan a quienes huyen del hambre y la miseria. No a las cuchillas que hieren y matan. No queremos una frontera militarizada para defender la fortaleza europea frente a un mar de miseria. Y nos negamos a que siga creciendo la cifra de ahogados en el Mediterráneo.
Hemos de construir de otra manera la economía y hacer, entre todos, un mundo más habitable, porque en ello nos jugamos el futuro.
Las migraciones existen desde que el ser humano está sobre la Tierra y ni las alambradas, ni las cuchillas, ni los disparos las van a detener. Solo servirán para aumentar el sufrimiento, el odio y la injusticia. Esta Tierra es de todos: hombres y mujeres sin distinción de razas. Y el mar nos invita al encuentro con los otros.
En los momentos clave de la Historia, las grandes migraciones enriquecieron y dignificaron a los países de acogida.
Digamos, pues, que NO a quienes siembran en nuestra sociedad el miedo al otro. NO a los que tratan de vendernos los efectos "benéficos" de sus disparos y sus jodidas "concertinas". Digamos, tan alto y claro como alcance nuestra voz, NO.
NO en nuestro nombre. No hay fronteras para la vida.


Madrid, 7 de Marzo de 2014



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