miércoles, 24 de septiembre de 2014

En el día de la Merced, Dios nos quiere libres.



Y todos los días de nuestra vida. Esta imagen que me ha llegado hoy tan evocadora, me ha removido un poco, más bien conmovido, interpelado.
Nuestro Dios no quiere fronteras, y nos quiere libres para pensar y actuar. Somos los humanos los que construimos muros que nos separan de otros, que nos hacen sentirlos como diferentes, como peligrosos, como extraños. No quiero un mundo así para mis hijas, ni para mis alumnos. En mi familia estamos muy cercanos a una asociación (Apoyo) en la que se comparte la vida, entre otros muchos, con chavales subsaharianos que saben mucho de fronteras, desiertos y pateras, de policías corruptos, de sed, de falta de papeles, de reinventar su vida cada día para poder llegar a ser la persona que late en su corazón.
Esta imagen lo dice todo. La Merced nos habla de libertad, de justicia, de cautivos (todos somos cautivos de algo). No me gustan las fronteras ni los muros. Nos hacen más pequeños como seres humanos. Seamos libres para elegir, para pensar, para hacer, para ser la persona que queremos ser. Aquí y ahora, hoy y siempre.

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